INÉS QUILEZ DE MONGE - Socio N° 81

 Nací en La Francia pero desde niña estoy radicada en San Francisco, Pcia. de Córdoba, a la que considero mi ciudad.

Amo la poesía desde la niñez, la escribí inspirada en cada acontecimiento de mi vida.

Años atrás narré la historia de mi familia paterna, desde la llegada de mis abuelos españoles a la Argentina.

En el año 2015 presenté mi primer Poemario, “Aleteos del alma”, y en 2018 el segundo, “Versos del corazón” (ISBN 978-987-42-7650-6).

Integré el Taller Literario Municipal “Leopoldo Lugones”, de la ciudad de San Francisco, durante varios años y actualmente integro el Taller Literario “Letras y Sonidos” que funciona en el Museo de la Ciudad.

Soy socia de S.A.D.E. (Sociedad Argentina de Escritores) Filial San Francisco.

Participé en Antologías Nacionales e Internacionales, como también en diversos Certámenes Literarios, en los que obtuve distintos premios y menciones, que son verdaderas caricias al alma.

Mis poesías son sencillas, narradoras y se inclinan hacia el amor y la paz, con la finalidad de brindar emoción y alegría al lector, y sobre todo que comprenda fácilmente lo que deseo expresar.

MIRAME

Si me miras a los ojos cuando me hablas,

tu expresión tranquiliza mis pesares,

con la sola percepción de tus palabras.

Si me miras a los ojos cuando ríes

por la loca alegría que me embarga,

y deseas celebrar toda mi dicha,

porque quieres esté feliz mi alma.

Entonces mírame cada día un corto tiempo,

solo para verme en tus pupilas reflejada.

Mírame, yo veré en tus verdes ojos

la luna, las estrellas, el lucero del alba.

Que se ocultaron en una noche oscura,

pero la luz de tu mirar me dio esperanzas.

Mírame en el atardecer dorado sobre el mar,

que observamos los dos a la distancia.

Llena mis ojos con la luz de la dulzura

que nace en lo profundo de tu alma.

ADIOS AMIGA

Adiós amiga, te marchas como sorteando el destierro.

Sientes que la vida es dura, imparable corre el tiempo.

Te ves sola y abatida quieres marcharte bien lejos.

Como una espiral al fin, que te enroscas sin regreso.

Tanta vuelta da la vida, una más es solo eso.

Como desear volver, pero seguir el sendero.

Así correrán tus días, construirás mundos nuevos.

Y allí quedó… como testigo imborrable,

tu casa, las flores que en primavera volvieron.

Tras esa reja que cierra tantos y tantos recuerdos.

Pero sabes que la vida tiene avances y retrocesos.

Y algún día escucharé como rompiendo el silencio.

En la verja te veré con valijas y amuletos.

Con los cuadros que pintaste, en esos días de invierno

y gritarás a mi puerta… -¡Acá estoy amiga! ¡He vuelto!