NI TAN DÉBIL NI TAN FUERTE
Ni el músculo viril que el pétreo lleva;
Ni tampoco el vigor que al hierro tuerza,
Ni el brío que a los débiles conmueve.
Mas bien crecí endeble y titubeante
Cargando con mi astenia y apatía,
Ante el esfuerzo de mi madre amante,
Por convertir marchites en lozanía.
¿Es que acaso inepta bebiera,
el óptimo dominio de los fuertes,
soñando tal vez con épicas quimeras
o escapar con fortuna de la muerte?
Mas, oh sutil paradoja de mis días.
Reverdecí como la seca rama
Que recibe del sol sus energías
y la vida…de la vida que la llama.
Y la otrora lasitud de mis entrañas,
Germinaron con su fuerza y con las mías,
Tres benditos renuevos que hoy retoñan
Las heridas del ocaso de mis días